Cuando un amor se va,
no regresa,
es entonces cuando la llama de lo sinsentido
crece como gorgojo en la manteca,
y lo que estaba indiferente se incendia
y devora la grasa
y el gorgojo se quema
y hace una pasta con la ceniza
cuya tiende a convertirse en un nacimiento de emociones
y sentimientos que antes no habían aflorado.
El que se va olvida
porque se fue sin retorno,
el que se queda recuerda
porque su olvido se convierte en recuerdo
y su permanencia en quimeras.
El que se va ha dejado de llorar,
le tocara llorar al que se queda.
Autor: Eliad Jhosué Villarroel
Foto: Ruinas de un alambique, ubicado Chorochoro de Yaguaraparo
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