El muchacho disfruta de un caramelo como de costumbre,
su mirada brilla cuando ve piernas de ébano de seda
y le crecen varios ojos en el cogote,
suda cuando camina cerca de sus deseos
y despacito
cuando llega la tarde se esconde de sus secretos,
suda olores a esperma recién cocida
y sus manos tiemblan abotonadas
cuando cruzan por la avenida,
suda y llora sudores cálidos y nerviosos,
fingidos como su mala vida,
cuya disfraza de pasiones
incontroladas y perdidas,
las emborrona
entre nubarrones
que batallan
contra intolerancia enfurecidas.
El masturbador
suda mientras dormido
sueña despierto entre fantasías
y mientras suda a chorros
siente su miedo de verse desnudo
ante los ojos de la muchedumbre
suda sus hijos en los balcones corrompidos
los hecha andar por las cañerías usadas
donde las ratas hacen su ciudad enloquecida
en esas calles de las ratas
deambulan misteriosos y deteriorados
otros tantos niños
vagan con colas y cabezas desdentadas,
buscando donde alojar un óvulo sediento
quizás para ocultar su desgracia prematura
sin derecho a la vida...
sus cuerpecillos andrajosos y cansados
van andando con los ojos ciegos
y blancos como la mala leche
la mala leche del gran masturbador...
Autor: Eliad Jhosué
Imagen: Río Cachipal
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