MITOLOGÍAS VENEZOLANAS
Autor: Eliad Jhosué Villarroel
Autor de diseño e imagen de fondo: Eliad Jhosué Villarroel
Año: 2011
LA DIOSA MASCULEANA
Diosa de la fuerza y del fisicoculturismo, legisladora de la aurora, del aliento de la vida y del rocío, hija del Dios Jefe Guaicaipuro y de María Lionza, sin embargo, entre los dioses se dio a conocer un rumor que era hija de Tamanaco, causado por un desliz de infidelidad de parte de la Diosa de la fuerza y perpetrado en una visita que ella realizo a la tierra en busca de respuestas a los deseos de Caribe, el Dios de las batallas perdidas.
En cierta ocasión Mako hijo bastardo del Dios Guicaipuro se enamoro perdidamente de la princesa Marabú, hija del cacique Guaruko, indio poderoso y guerrero procedente de la aldea Chimyka, cuya estaba asentada en los cimientos centrales de Amazonia entre Brasil y Venezuela.
En aquellos tiempos remotos eran escazas las flores y solamente se podían localizar en gran manera y común las rosas silvestres de color blanco perla, eran flores impuras y representaban un símbolo mortuorio en aquellas tierras indómitas. Llevarle flores de esa estirpe a una dama era otorgar el desprecio más sentido que se podía reflejar en la patria del continente de los desprotegidos.
La Princesa Marabú era hija de Masculeana, la diosa de la fuerza y del fisicoculturismo, legisladora de la aurora, del aliento de la vida y del rocío de las mañanas, la había engendrado al emparentarse con un mortal, el cacique Guaruko.
La princesa Marabú era muy hermosa y no había otra como ella en la tierra, ni abajo o arriba en el cielo o en el valle de los Ancestros, incluso la princesa había heredado la fuerza incontrolable de su madre, pero no la musculatura.
Mako un día cansado de pensar sin descansar y de estar perturbado por la hermosura de Marabú fue ante su presencia, entrego exquisitos presentes, le hizo una reverencia de caballero y después confesó sus inquietudes.
Amada mía, le dijo, hoy vengo ante vuestra honorable, hermosa y digna presencia para contarle sobre mi penuria que me está cegando la vida, es más fuerte que su madre Masculeana y más extrovertido que Caribe, el Dios de las batallas perdidas.
Decidme usted joven hermoso, hijo de la providencia del sur y de la aldea de los Yanoma ¿qué puede ser más fuerte que mi madre Masculeana y mas introvertido que Caribe?
El amor que prodiga mi abatido corazón desgastado de tanto pensamiento, el amor que incendia mis venas y hace que caminen en ella hormigas voraces y venenosas, que hielan mi sangre en inquebrantable invierno y echan a crecer raíces en mis pies adoloridos y pesados, caminado escabrosos caminos sin ver la luz del sol y siendo una noche eterna estoy intentando llegar hasta ella sin saber si seré correspondido, estoy sofocado y muriendo lentamente señora mia.
¡Oh! Es hermosa y digna tu inquietud, por amor nacemos y morimos, por amor nos enjugamos las lagrimas que no terminan de llegar a su destino, por amor nace la vida, nos alumbra el sol de Takurato y nos ilumina tímidamente el beso de la luna de Krutaro. Usted mi caballero no se imagina, como suspiro pensando en el amor que no he encontrado aun en mi camino. ¿Y quién es la afortunada, joven mío?
Usted princesa, usted es es mi tormento cuando el sol está en vilo y su luz es clara como el rio de la aldea de Trukano, porque sus ojos son como la niña de los días y los palpitares de su noble corazón como truenos en mi atormentada cabeza, usted mi hermosa querubín, porque su fragancia a eucaliptus de su piel es fuego ardiente en mis cinco sentidos, cuyo llega hasta donde moro, me inunda de ternura ininteligibles e inolvidables y me quema hasta los huesos, sin usted no quiero la vida porque eres ella, la vida.
¡Oh! Mi noble joven, eres agradable, todo un caballero digno de poseer mi cuerpo las veces que os deseáis, sin embargo aun no lo quiero ni lo querré, solo conquistando mi amor con lo imposible lo conseguiréis, sin embargo, sus profundas y bellas palabras que me hieren el alma con su grosura e influencia, solo logran cerrar mas mi corazón, soy hija de Masculeana y herede su fuerza, por lo tanto soy una mujer liberar, sin ataduras que me doblegue, ni hombre que atormente mis días con sus palabras y sus infortunios de amor.
Maku sintió que el mundo se hundía ante sus pies y sintiéndose morir lloro sin encontrar consuelo a su dolor, su contextura era delgada y sintiéndose un inútil e insignificante hombrecillo se arrodillo con estrepito, llegase a caer sobre el manto de Marabu cubriéndolo de lagrimas.
¿Qué hacéis? Y tomándole suavemente lo levanto con gran facilidad, lo llevo hasta la puerta del suntuoso palacio de piedra y lo acomodo de tal manera que quedo de una sola pieza. ¡Adiós! le dijo, y colocándose sus mano derecha en los labios le soltó un beso con los dedos, luego con parsimonia sustanciosa y delicada entro como si nada a sus aposentos muy sonriente y dichosa.
El pobre Maku acongojado, derrotado y en silencio marchito partió otra vez a sus tierras, pensando cual sería ese imposible que le había expresado la princesa para lograr su amor ¿Un imposible? Exclamo, conseguir un imposible, ¿cuándo, dónde y cómo?
Luego subiré el resto de la historia...
En cierta ocasión Mako hijo bastardo del Dios Guicaipuro se enamoro perdidamente de la princesa Marabú, hija del cacique Guaruko, indio poderoso y guerrero procedente de la aldea Chimyka, cuya estaba asentada en los cimientos centrales de Amazonia entre Brasil y Venezuela.
En aquellos tiempos remotos eran escazas las flores y solamente se podían localizar en gran manera y común las rosas silvestres de color blanco perla, eran flores impuras y representaban un símbolo mortuorio en aquellas tierras indómitas. Llevarle flores de esa estirpe a una dama era otorgar el desprecio más sentido que se podía reflejar en la patria del continente de los desprotegidos.
La Princesa Marabú era hija de Masculeana, la diosa de la fuerza y del fisicoculturismo, legisladora de la aurora, del aliento de la vida y del rocío de las mañanas, la había engendrado al emparentarse con un mortal, el cacique Guaruko.
La princesa Marabú era muy hermosa y no había otra como ella en la tierra, ni abajo o arriba en el cielo o en el valle de los Ancestros, incluso la princesa había heredado la fuerza incontrolable de su madre, pero no la musculatura.
Mako un día cansado de pensar sin descansar y de estar perturbado por la hermosura de Marabú fue ante su presencia, entrego exquisitos presentes, le hizo una reverencia de caballero y después confesó sus inquietudes.
Amada mía, le dijo, hoy vengo ante vuestra honorable, hermosa y digna presencia para contarle sobre mi penuria que me está cegando la vida, es más fuerte que su madre Masculeana y más extrovertido que Caribe, el Dios de las batallas perdidas.
Decidme usted joven hermoso, hijo de la providencia del sur y de la aldea de los Yanoma ¿qué puede ser más fuerte que mi madre Masculeana y mas introvertido que Caribe?
El amor que prodiga mi abatido corazón desgastado de tanto pensamiento, el amor que incendia mis venas y hace que caminen en ella hormigas voraces y venenosas, que hielan mi sangre en inquebrantable invierno y echan a crecer raíces en mis pies adoloridos y pesados, caminado escabrosos caminos sin ver la luz del sol y siendo una noche eterna estoy intentando llegar hasta ella sin saber si seré correspondido, estoy sofocado y muriendo lentamente señora mia.
¡Oh! Es hermosa y digna tu inquietud, por amor nacemos y morimos, por amor nos enjugamos las lagrimas que no terminan de llegar a su destino, por amor nace la vida, nos alumbra el sol de Takurato y nos ilumina tímidamente el beso de la luna de Krutaro. Usted mi caballero no se imagina, como suspiro pensando en el amor que no he encontrado aun en mi camino. ¿Y quién es la afortunada, joven mío?
Usted princesa, usted es es mi tormento cuando el sol está en vilo y su luz es clara como el rio de la aldea de Trukano, porque sus ojos son como la niña de los días y los palpitares de su noble corazón como truenos en mi atormentada cabeza, usted mi hermosa querubín, porque su fragancia a eucaliptus de su piel es fuego ardiente en mis cinco sentidos, cuyo llega hasta donde moro, me inunda de ternura ininteligibles e inolvidables y me quema hasta los huesos, sin usted no quiero la vida porque eres ella, la vida.
¡Oh! Mi noble joven, eres agradable, todo un caballero digno de poseer mi cuerpo las veces que os deseáis, sin embargo aun no lo quiero ni lo querré, solo conquistando mi amor con lo imposible lo conseguiréis, sin embargo, sus profundas y bellas palabras que me hieren el alma con su grosura e influencia, solo logran cerrar mas mi corazón, soy hija de Masculeana y herede su fuerza, por lo tanto soy una mujer liberar, sin ataduras que me doblegue, ni hombre que atormente mis días con sus palabras y sus infortunios de amor.
Maku sintió que el mundo se hundía ante sus pies y sintiéndose morir lloro sin encontrar consuelo a su dolor, su contextura era delgada y sintiéndose un inútil e insignificante hombrecillo se arrodillo con estrepito, llegase a caer sobre el manto de Marabu cubriéndolo de lagrimas.
¿Qué hacéis? Y tomándole suavemente lo levanto con gran facilidad, lo llevo hasta la puerta del suntuoso palacio de piedra y lo acomodo de tal manera que quedo de una sola pieza. ¡Adiós! le dijo, y colocándose sus mano derecha en los labios le soltó un beso con los dedos, luego con parsimonia sustanciosa y delicada entro como si nada a sus aposentos muy sonriente y dichosa.
El pobre Maku acongojado, derrotado y en silencio marchito partió otra vez a sus tierras, pensando cual sería ese imposible que le había expresado la princesa para lograr su amor ¿Un imposible? Exclamo, conseguir un imposible, ¿cuándo, dónde y cómo?
Luego subiré el resto de la historia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario